Catalunya, y más concretamente Barcelona, es reconocida internacionalmente por la calidad de su espacio público, que es a la vez uno de nuestros valores culturales más apreciados. Tener un espacio público de calidad aumenta e intensifica las relaciones humanas, permitiéndonos interactuar con personas que no forman parte de nuestro entorno más próximo y abriéndonos un mundo de posibilidades.

Desde el momento en que salimos de casa, necesitamos que los espacios que utilizamos nos proporcionen bienestar, seguridad y que nos faciliten la interacción social. Nuestra comunidad, nuestra calle, nuestra plaza, el patio de la escuela de nuestros hijos, la plaza donde vamos a hacer el café, el edificio donde trabajamos y todos los espacios por donde pasamos a diario deben estar pensados para proporcionarnos estos valores.

Los arquitectos y urbanistas hemos estado formados para liderar los procesos de cambio de nuestras ciudades y espacios públicos, gracias a una formación que combina conocimientos técnicos, culturales y sociales, y que nos proporciona una visión holística del hábitat. Este hecho nos permite generar sinergias con otros profesionales y agentes sociales, con el fin de mejorar la calidad de vida en nuestras ciudades y nuestro territorio.