Intervenir en el patrimonio teatral es básicamente hacer teatro, producir acciones teatrales. Esto, los arquitectos, no lo debemos olvidar, al igual que tampoco debemos perder de vista que rehabilitar es volver a hacer hábil algo, procurar que recupere su habilidad. Rehabilitar un teatro es recuperar su funcionalidad, la capacidad para desarrollar la función original para la que fue construido.

Si alguna función ha cambiado profundamente en los últimos años, es la función teatral y, por tanto, los antiguos edificios teatrales, en muchos casos, han quedado obsoletos y desfasados. Si revisamos los motivos del desajuste entre el edificio, su potencial y las expectativas o necesidades de uso veremos, tal vez, que el desencaje se produce no sólo por cuestiones de tecnología, de equipamiento escénico y seguridad de los viejos edificios, sino también por la manera de entender el acto teatral, la relación entre público y escena, el modo de concebir el espacio escénico y el desarrollo de la acción dramática.

Todas estas cosas y muchas más son las que debemos escuchar de la gente del mundo del teatro. Por ello se hace imprescindible que el congreso reúna a los profesionales del teatro y los arquitectos que están interesados ​​en este patrimonio tan desigual y, con frecuencia, tan débil como entrañable. A partir de las ponencias y de las mesas redondas estableceremos el marco de un diálogo polifónico que, por supuesto, irá más allá del mismo Curset.

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