© Ma Carme Castany
"Las Adoberías de Josep Trilla" - El paisajismo urbano de un plenairista
Sala:
Sala de exposiciones del COAC (Pl. Bisbe Oliba, 2 - Vic)
Horari:
De lunes a jueves de 9 a 13h, y de 15 a 16h; viernes de 9 a 14h
Addtoany:
Hablar de Josep Trilla Subirana (Campdevánol, 1950) es hablar de décadas de paisajismo de Osona y de activismo cultural. La exposición que acoge la Delegación de Osona del COAC quiere dejar constancia del interés de este artista por las adoberías como sujeto pictórico y como símbolo.
La serie
De sus pinceles ha acabado surgiendo una serie dedicada exclusivamente a la manzana adobera, hecha a pie de caballete a lo largo de estos últimos meses. Si se tratara de música, hablaríamos de la ‘suite’ Adoberías. No es el caso, pero casi. Porque el silencio que se desprendre es, más que sonoro, musical: intervalos de sentimiento, reflexión, recuerdos, presencia, que planean sobre las notas de color de la serie.
Paisajismo urbano y patrimonio
Josep Trilla llega a esta expresión de paisajismo urbano desde el pleinairismo. Y desde el conecimiento del territorio. Durante décadas ha pintado lugares emblemáticos de toda Cataluña, principalmente en Osona, la Garrotxa y el Empordá, y ha dibujado a través de su obra una noción de paisajismo entendido como patrimonio. Una noción actual, guiada por un intangible: el sentimiento de pertenencia al territorio.
Unas pinceladas sobre el artista
Como activista cultural (actor, diríamos ahora), Josep Trilla es un entusiasta. Son más de 35 años de actividad continuada. Es el organizador, desde sus inicios, del Concurso anual de pintura rápida (el año 2015, el 25º) de Sant Julià de Vilatorta, municipio donde reside e imparte clases de dibujo y pintura. Es, también, presidente de El Cloquer de Vic, asociación fundada en 1980 para la práctica de la pintura del natural con modelo, aún bien activa. También es presidente, desde el 2004, de la asociación Tendències, creada en 1992 como punto de confluencia de pintores figurativos, y con gran protagonismo en la vida cultural de Osona de los años noventa.
Como artista, él mismo se considera autodidacta, aunque recibió formación de dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Vic. La primera exposición la tenemos que buscar en el año 1983, en la Caixa de Manlleu de Vic. Las primeras críticas sobre su obra las firmaron el padre Homs y Maria Àngels Ferrer. En 1984 ya expone en Barcelona, en la Llotja d'Art de Sant Gervasi. Durante los años noventa expone con el grupo Tendències en la desaparecida Galeria Sadurní, de Vic. Más tarde, en Madrid y en el extranjero, en Puebla, México, en una exposición sobre pintores catalanes.
Josep Trilla, paisajista
Dice Antón Carrera que el paisaje es un concepto de orden cultural, una invención humana. Estoy de acuerdo. Añade que un paisaje existe cuando un artista otorga valor estético a un paraje. Estoy también de acuerdo. Yo añadiría, como motor de este proceso de transformación (de paraje a paisaje), el intangible del que he hablado antes y, en consecuencia, una estima por el territorio. En el caso de Josep Trilla, se trataría de una auténtica plusvalía.
El patrimonio de curtidos
Dependiendo del valor que le sepamos dar a nuestro patrimonio, un valor económico, social, ambiental o estético, obtendremos una plusvalía u otra, tendremos un país u otro, una cultura u otra. El patrimonio de curtidos no es una excepción y está ahora mismo en busca de un encaje que requiere del sentimiento que ha guiado Josep Trilla en la realización de su serie: sentimiento de pertenencia y estima por el territorio.
Gerard Vovelle
Licenciado en Historia del Arte
La serie
De sus pinceles ha acabado surgiendo una serie dedicada exclusivamente a la manzana adobera, hecha a pie de caballete a lo largo de estos últimos meses. Si se tratara de música, hablaríamos de la ‘suite’ Adoberías. No es el caso, pero casi. Porque el silencio que se desprendre es, más que sonoro, musical: intervalos de sentimiento, reflexión, recuerdos, presencia, que planean sobre las notas de color de la serie.
Paisajismo urbano y patrimonio
Josep Trilla llega a esta expresión de paisajismo urbano desde el pleinairismo. Y desde el conecimiento del territorio. Durante décadas ha pintado lugares emblemáticos de toda Cataluña, principalmente en Osona, la Garrotxa y el Empordá, y ha dibujado a través de su obra una noción de paisajismo entendido como patrimonio. Una noción actual, guiada por un intangible: el sentimiento de pertenencia al territorio.
Unas pinceladas sobre el artista
Como activista cultural (actor, diríamos ahora), Josep Trilla es un entusiasta. Son más de 35 años de actividad continuada. Es el organizador, desde sus inicios, del Concurso anual de pintura rápida (el año 2015, el 25º) de Sant Julià de Vilatorta, municipio donde reside e imparte clases de dibujo y pintura. Es, también, presidente de El Cloquer de Vic, asociación fundada en 1980 para la práctica de la pintura del natural con modelo, aún bien activa. También es presidente, desde el 2004, de la asociación Tendències, creada en 1992 como punto de confluencia de pintores figurativos, y con gran protagonismo en la vida cultural de Osona de los años noventa.
Como artista, él mismo se considera autodidacta, aunque recibió formación de dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Vic. La primera exposición la tenemos que buscar en el año 1983, en la Caixa de Manlleu de Vic. Las primeras críticas sobre su obra las firmaron el padre Homs y Maria Àngels Ferrer. En 1984 ya expone en Barcelona, en la Llotja d'Art de Sant Gervasi. Durante los años noventa expone con el grupo Tendències en la desaparecida Galeria Sadurní, de Vic. Más tarde, en Madrid y en el extranjero, en Puebla, México, en una exposición sobre pintores catalanes.
Josep Trilla, paisajista
Dice Antón Carrera que el paisaje es un concepto de orden cultural, una invención humana. Estoy de acuerdo. Añade que un paisaje existe cuando un artista otorga valor estético a un paraje. Estoy también de acuerdo. Yo añadiría, como motor de este proceso de transformación (de paraje a paisaje), el intangible del que he hablado antes y, en consecuencia, una estima por el territorio. En el caso de Josep Trilla, se trataría de una auténtica plusvalía.
El patrimonio de curtidos
Dependiendo del valor que le sepamos dar a nuestro patrimonio, un valor económico, social, ambiental o estético, obtendremos una plusvalía u otra, tendremos un país u otro, una cultura u otra. El patrimonio de curtidos no es una excepción y está ahora mismo en busca de un encaje que requiere del sentimiento que ha guiado Josep Trilla en la realización de su serie: sentimiento de pertenencia y estima por el territorio.
Gerard Vovelle
Licenciado en Historia del Arte
16/11/2016